NI AQUÍ NI ENLLOC

La devastación de la tierra y la explotación de recursos no es ninguna novedad, desde que hablamos de capitalismo o dominación hablamos también de una relación destructiva con el entorno y una mercantilización extrema de éste. A lo largo de la historia, se han ido desarrollando multitud de análisis, críticas y luchas en torno a este tema y no creemos que en este sentido podamos aportar algo muy nuevo.

En cambio, sí consideramos que desde el lugar que ocupamos y por el territorio concreto donde contextualizamos nuestra actividad política, no está de más aportar una línea anarquista en la cual basamos nuestras estrategias de lucha. En concreto en este artículo, nos centraremos en el porqué nosotres hablamos de tierra y no territorio y del porqué defendemos el “ni aquí ni enlloc”.

En definitiva, hablaremos de porqué consideramos imprescindible una perspectiva anarquista entorno a la defensa de la tierra, tanto en el análisis como en la puesta en práctica.

 

Porqué tierra y no territorio

La construcción del estado y los sistemas de dominación no pueden entenderse el uno sin el otro. De la misma manera, la devastación de la tierra es una opresión común y necesaria en cualquier contexto donde exista esta institución. Creemos que una de las expresiones más primarias del autoritarismo y el poder radica en una jerarquización estructural de la vida, con la cual se le otorga a una especie – la humana – la prerrogativa de dominar todo el resto, dando pie a una dominación que no sólo se visibiliza en la ocupación y destrucción de espacios, sino también en el saqueo extremo de recursos, en la explotación de otras vidas y en el extractivismo colonial que divide el mundo en territorios explotados y territorios explotadores.

Aunque quizás resulte evidente, queremos recalcar que nosotres (Catalunya) formamos parte de los segundos: un territorio que crece y especula a partir de la devastación extractivista de otros. Y ello, consideramos, requiere un fuerte compromiso y responsabilidad política.

Si intentamos hacer una lectura internacional sobre la relación entre estado y devastación de la tierra, se nos hace imposible no adentrarnos también en un análisis que trata sobre colonialismo y sobre sistema-fronteras. Sobre esto, podemos encontrar numeroses autores y experiencias de lucha en otros territorios no occidentales que viven encarnadamente las consecuencias del extractivismo colonial en sus vidas y por ello no desarrollaremos mucho esta cuestión. En cambio, como grupo político que se organiza en este territorio, queremos tener en cuenta todos estos análisis y demandas que van haciendo compañeres y relacionar las estrategias de lucha que planteemos aquí con lo que ocurre en otros lados.

Creemos, por tanto, que es imprescindible tener una política situada en las realidades y explotaciones en este territorio (que también las hay) y a la vez, un accionar político que mire más allá de una delimitación territorial, una frontera que no reconocemos. Es desde esta perspectiva, que hablar de territorio se nos queda corto y acotado y que, en cambio, hablar de tierra nos hace recordar, cada vez que lo nombramos, que lo que hagamos aquí tiene que ser a partir de una política internacionalista y anarquista. Sin fronteras y por la defensa de la vida. Por toda ella.

 

Ni aquí ni enlloc

Para abrir este apartado, nos hace especial ilusión citar las palabras de una compañera, Miren, que ya en la primera edición de las jornadas Mujeres más allá de las armas en 2019 nos invitaba a hacer esta reflexión y nos recordaba, desde su experiencia, que tampoco es algo tan nuevo:

 

[…] fue muy interesante porque hubo un debate, todavía estoy hablando de finales de los setenta, que puede parecer absurdo. Pero quien sea de Euskal Herria o la conozca me va a entender perfectamente: el debate iba de si teníamos que ser antinucleares o anti Lemoiz, la zona donde se iba a poner la central nuclear. La mayor parte de las participantes de las asambleas y comités, por supuesto, eran anti Lemoiz inicialmente, pero con la formación y debate, fuimos evolucionando de manera colectiva a posturas anticapitalistas. (…)”

 

Cuando se inserta un macroproyecto en este (o cualquier) territorio nuestra respuesta ha de ser específica con las consecuencias del mismo en el lugar en concreto. Consecuencias que van desde el entorno en sí como también en las vidas que habitan en él (ya sean humanas o no humanas). Creemos, además, que señalar las amenazas específicas del impacto del proyecto, ayuda también a contagiar la necesidad de una respuesta colectiva para enfrentarnos a él.

Igualmente, también creemos que señalar el circuito internacional que acarrea esta amenaza en concreto, es lo que puede hacer que el enfrentamiento sea realmente contundente.

Si nuestra política pretende confrontar algo tan internacional como la devastación de la tierra, tenemos que poder ubicar las expresiones de ésta como parte del entramado global colonial. De poco nos sirve paralizar la construcción de un complejo turístico en unos kilómetros en concreto o en otros más allá, ya sea dentro del estado como fuera de él. El efecto conocido como NIMBY (Not In My Back Yard – no en mi patio trasero) es una de las mayores expresiones individualistas y de bienestar personal y como grupo político tenemos que confrontar este discurso.

Las agresiones a la tierra y las consecuencias en las vidas del entorno no pueden acotarse a un territorio delimitado donde quizás pueda haber una mayor o más acomodada posibilidad de enfrentamiento. Esto debido, por ejemplo, a haber más comunidades en lucha, mayor capital económico que permita una mayor repercusión o unos valores progresistas del cambio que no miran más allá del patio trasero. Las agresiones a la tierra tienen que poder ser transversales a quienes las miren desde sus casas como les que no: les que viven en el campo, pero también les de la ciudad; les que sufren los efectos contaminantes en el aire que respiran, pero también quienes pueden respirar otro; les que han sido despojades de sus hogares y territorios ancestrales, como también les que están siendo amenazades a vender tierras a su nombre para una super-plantación de placas fotovoltaicas.

Las agresiones a la tierra, en definitiva, también son internacionales y su respuesta, por tanto, no puede ser más que internacionalista.

 

Porqué una perspectiva anarquista

Como La Màquia, grupo organizado anarquista transfeminista, creemos importante explicar porqué esta perspectiva nos parece fundamental para organizarnos en la defensa de la tierra. Además del porqué hablar de tierra y no territorio y el “ni aquí ni enlloc”, que forman parte de lo que entendemos como ética anarquista, también hay otros aspectos que queremos nombrar:

 

· Porque somos antiautoritaries: la dominación de la tierra, así como también las dominaciones patriarcales y coloniales, forman parte del poder y control que, creemos, sólo podremos enfrentarnos radicalmente si podemos explicarlas en su conjunto. El racismo, el patriarcado, el colonialismo o el extractivismo los entendemos como sistemas de dominación cuyas prácticas radican en el poder y la jerarquización de nuestras vidas (la de todes). Es por ello, que necesitamos un posicionamiento antiautoritario que subvierta de raíz dichas relaciones.

· Porque creemos en una pluralidad de estrategias: la lucha por la defensa de la tierra tiene que poder abrazar tantas prácticas como comunidades habiten en los entornos. En este punto, queremos recordar los posicionamientos de les compañeres de Stop Cop City en Atlanta que luchan contra la imposición de una ciudad policial en un territorio ancestral. Elles, nos explican que una de las recetas para que el posicionamiento contra la explotación de esa tierra y contra la policía sea compartida por un gran número de comunidades, es justamente que las diferentes estrategias de lucha tengan lugar y que unas no nieguen las otras. Recogiendo su ejemplo, necesitamos tanto de acción directa, como tareas de logística, de construir relato sobre lo que ocurre y de comunidad y apoyo mutuo.

· Porque el estado nunca será la solución: pese a la utilidad específica (que no negamos) de medidas legalistas contra la paralización de macroproyectos que tanto se utilizan en luchas concretas, creemos que en el caso de lograr algo no es más que un parche. Las agresiones a la tierra van vinculadas inherentemente a la existencia del estado en sí, ya que necesita de esta explotación para sostenerse. Aunque podamos hallar (de forma habitualmente agotadora) alguna brecha en el marco legal, la lógica de dominación del estado encontrará la forma de predominar. Quizás, se para momentáneamente en un lado para meter un sprint en otros, quizás se utiliza como moneda de cambio en alguna política institucional entre partidos o quizás sólo se estará esperando el primer momento en el que deje de priorizarse para volver a atacar. El estado, así como sus fuerzas de control en los territorios, siempre velará por la dominación porque es su naturaleza y, por tanto, creemos que desafiarlo desde sus propios mecanismos no puede ser la única respuesta.

· Porque somos antimilitaristas: una de las principales expresiones que tiene el militarismo en el terreno es para proteger los proyectos extractivistas en los espacios denominados zonas de sacrificio (es decir, zonas que dejan de tener “valor” por si mismas para ser explotadas en beneficio de otros territorios). Para que las grandes explotaciones de recursos puedan producirse, se necesita de la fuerza militar que los proteja. Al mismo tiempo, para que la industria militar pueda continuar existiendo, se necesita del extractivismo de recursos naturales y tierras raras que permiten la creación de la maquinaria de guerra y el flujo económico del saqueo.

 

En definitiva y para terminar, la defensa de la tierra no puede entenderse de otra forma que la defensa de la vida, la de todes, y la manera en la que planteemos nuestras tácticas y discursos necesita ser capaz de reflejarlo.

Nosotres somos también parte de esa vida y necesitamos defenderla como cuando, por medio de la autodefensa, defendemos nuestros cuerpos de los ataques de la dominación.

 

La defensa de la tierra es una manera de nombrar nuestro compromiso con la vida y con la libertad de todes.

 

 

 

por la anarquía,

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